Después de una semana de intensas lluvias, nos pusimos en marcha para hacer la segunda caminata de este año. Mientras que en Teror no paró de llover, en Tejeda hacía un sol espléndido.
En el Aserrador, justo en la bajada que va a El Juncal, nos pusimos en marcha.
Nos desviamos en la subida marcada con piedras
Desde El Aserrador, Juan nos decía adiós con la bocina de la guagua
En pleno ascenso
Atrás va quedando El Aserrador
Impresionantes moles de piedra
Al otro lado...
... el mar de nubes al fondo
Luis, nuestro Ángel de La Guarda
Desde lo alto, se divisa El Juncal de Tejeda
A seguir subiendo
"Y al volver la vista atrás, se ve la senda que dejamos al pasar..."
Ya se ve el Morro de Pajonales
Hacia él nos dirigimos.
¡Qué mareadita llegué!
Paisajes de ensueño
De nuevo El Juncal, pero visto desde más alto
Allá van los correcaminos, en lo alto de la loma
A la derecha del tronco del pino, se puede apreciar el Roque Nublo
¿Quieren caramelos?
¡Qué belleza!
¡Quietos, que les hago una foto!
Se fue la bruma
De nuevo El Roque Nublo, y el Risco de La Fogalera,
en el extremo derecho de la foto
Seguimos la panorámica
¡Alto, se ve El Teide!
En busca del bastón perdido. ¡Y ninguno lo vio!
¡Sorpresa! La presa de Las Niñas!
En este punto, comienza el paraje natural de Inagua
Nosotros seguimos por El Pinar de Pajonales
¡Ya era hora de que pararan para comer!
Diez minutos para matar el jilorio y a seguir la marcha
Aumentando la fotografía vemos el famoso árbol de Casandra, en plena presa de las Niñas.
Para nuestra desolación y debido a lo poco que ha llovido por esta zona,
se aprecia a sus pies, la presa sin una gota de agua.
Cabañas de Pajonales
La carretera que va hacia Ayacata
Aquí nos esperaba Juan con su guagua
Después de hacer un poco de trampa, Juan nos acerca en la guagua
hasta la bajada que sigue hasta la Candelilla.
Atrás vienen ahora los valientes que siguieron caminando por la carretera
¡La que nos espera!
Lo que vamos dejando atrás
Nuestro destino sigue al frente...
... entre riscos y laderas
Aunque el camino no fue muy bueno, debido a las piedras;
nos acompañaba un agradable olor a la flor de lavanda, al rozar con ellas
También disfrutamos de la belleza de los almendros en flor
Por fin llegamos al fondo del barranco. Allí nos refrescamos un poco
e intentamos coger resuello para la terrible subida que nos esperaba.
Subida que lo pasé mal por los dolorosos calambres que me dieron.
Menos mal, que luego pudimos tomarnos una cerveza y reponer fuerzas
Gracias a Luis, Mª Dolores y José Antonio, que estuvieron a mi lado hasta el final. También a los compañeros que tuvieron que esperar por mi
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